Esta semana, no se bien porqué, me cuesta trabajo hacer esta editorial, hablarle a ustedes, con la claridad, con la contundencia, con la que siempre les hablo. Y es que, esto de la política, de la que siempre les termino hablando, de la política y de los políticos, que no sé que es lo que me cansa más, es como darse cabezazos contra una pared, con el ánimo de tirarla, derribarla, y al final, terminas con una brecha en la cabeza y la pared, sin un puñetero desconchon. Que miren ustedes que es difícil, encontrarse una pared, en esta ciudad, que no tenga un desconchon, enormes desconchones, manchas asquerosas de humedad, mala pintura y mal aspecto en general. Que necesidad tengo yo de ganarme enemigos, y algún que otro amigo interesado, si ya los tengo, sin necesidad de la apestosa política de esta ciudad, a patadas, amigos y enemigos. Y no es, que no agradezca mi ego, ya de por si inflado y supervalorado, que ustedes me paren, cienes y cienes, por las calles de la ciudad, en la tienda, en las colas de la farmacia, de la frontera, un semáforo, yo que sé, donde me vean y me es fácil percibir su simpatía, su apoyo, su afinidad a mis diatribas contra todos estos mamelucos unineuronales. Que se lo agradezco y mucho.
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